miércoles, 15 de septiembre de 2010

Antonius Block y La Muerte.

  • En el confesionario.
- Quiero confesarme y no sé qué decir. Mi corazón está vacío. El vacío es como un espejo delante de mi rostro. Me veo a mí mismo y, al contemplarlo, siento un profundo desprecio de mi ser. Por mi indiferencia hacia los hombres y las cosas me he alejado de la sociedad en que viví. Ahora habito un mundo de fantasmas. Prisionero de fantasías y ensueños.
—Y, a pesar de todo, no quiere morir.
—Sí, sí quiero.
—Entonces, ¿qué espera?
—Saber qué hay después.
—Busca garantías.
—Llámelo como quiera. ¿Por qué la cruel imposibilidad de alcanzar a Dios con los sentidos? ¿Por qué escondernos en una oscura nebulosa de promesas que no hemos oído y milagros que no hemos visto? Si desconfiamos una y otra vez de nosotros mismos. ¿Cómo vamos a fiarnos de los creyentes? ¿Qué va a ser de los que queremos creer y no podemos? ¿Por qué no logro matar a Dios en mí? ¿Por qué sigue habitando en mi ser? ¿Por qué me acompaña humilde, a pesar de mis maldiciones que pretenden eliminarlo de mi corazón? ¿Por qué sigue siendo una realidad, que se burla de mí y de la que no me puedo liberar? ¿Me escucha?
—Lo escucho.
—Yo quiero entender, no creer. No debemos afirmar lo que no se logra demostrar. Quiero que Dios me tienda su mano, vuelva su rostro y me hable.
—Pero continúa en silencio.
—Clamo a él en las tinieblas y nadie contesta a mis clamores.
—Tal vez no haya nadie.
—Entonces la vida no tendría sentido. Nadie puede vivir mirando a la muerte y sabiendo que camina hacia la nada.
—La mayoría de la gente no piensa en la muerte ni en la nada.
—Un día, llegan al borde de la vida y deben enfrentarse a las tinieblas.
—Sí. Y cuando llegan...
—Calle. Sé lo que va a decir. Que el miedo nos hace crear una imagen salvadora. Y esa imagen es lo que llamamos Dios.
—Lo noto preocupado.

1 comentario:

  1. En eso consiste la fe, en no necesitar pruebas físicas para creer en algo.

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